Apuntes desde la Sala de Máquinas
De nuevo Terra Incognita vuelve a botar una nave y es la tercera. Desde la sala de máquinas todos los que han hecho posible este buque nos esforzamos en cargar las bodegas con cuentos, poesías, ensayos y fotografías que lleguen a los lectores en los dos mares del idioma inglés y español. Desde este pequeño barco lanzamos mensajes en botellas para intentar llegar a todas esas personas que no se conforman con la visión del mundo que vomitan las pantallas de televisión. Esos lectores que, como usted, buscan en los libros, en la poesía, en las revistas, otra visión de lo que está pasando en el mundo y de lo que estamos haciendo con él. Así, entre otros artículos, publicamos el discurso que redactó el escritor José Saramago, premio Nobel de Literatura, para el Foro Social Mundial en Porto Alegre, y las Notas sobre el 11 de Septiembre de Ramón J. García, traductor y editor de Terra Incognita.
Lejos «El fin de la Historia», inmersos en la catatonia televisiva diaria: pasamos del miedo a las bombas terroristas al aplauso del espectáculo de los bombardeos «selectivos»; nos desplazamos desde el miedo al «otro», al diferente, hasta el temor del auge de las promesas de «solucián final» de la ultraderecha y mientras tanto, nos venden más seguridad a cambio de menos libertad, más turistas y menos inmigrantes, más «eficacia económica» a cambio de menos derechos sociales, más sabor y menos cigarrillos..., más globalización y menos planeta, menos Humanidad, en resumen, más madera que es la guerra.
Y ante todo esto, ¿qué son las palabras? Como decía el poeta Rafael Alberti, «Manifiestos, escritos, comentarios, discursos / humaredas perdidas, neblinas estampadas / ¡qué dolor de papeles, que ha de barrer el viento/ que tristeza de tinta, que ha de borrar el agua! (...)»
A pesar de todo o precisamente por ello, es un orgullo presentar este número tres de Terra Incognita, este pequeño navío que flota gracias al esfuerzo de todos los colaboradores y voluntarios a los que agradecemos profundamente su contribución.
Alberto Domínguez - Madrid
Es un placer darles la bienvenida a Terra Incognita, número tres. Dado su carácter de revista literaria anual, cada número parece connotar su propia geografía temporal y servir de testigo humilde de aquellas historias y acontecimientos sobrevenidos el año anterior. Puesto que la revista alberga sedes tanto en Madrid como en Nueva York, referirse a los acontecimientos del pasado 11 de septiembre de 2001 resultaba evidente. Si algo quedó claro tras la conmoción y las muertes del pasado septiembre es que el diálogo entre diferentes culturas resulta ahora más necesario que nunca, y que nuestros amados conceptos de seguridad, de disponer con libertad de la propia existencia para darle el cauce que uno más desee, son algo en cuyo origen no está tanto el trazado de estrictas fronteras entre países, creencias y lenguajes como el aprender a tolerar la ambigüedad y las líneas difusas sobre un mapa mundial que paulatinamente se transforma en un desconocido de sí mismo, su propia terra incognita, pues cada día vuelve a definirse con contornos inesperados. Amplia atención merecía a la luz del 11 de septiembre, a menudo por parte de los propios artistas, la cuestión de la dificultad que entraña crear arte en este contexto tan nuevo y abrumador. Si bien una parte de esta ansiedad artística resultaba natural y absolutamente comprensible a causa de los recientes acontecimientos, no es menos cierto que en su origen parecía acechar también una creencia acendrada en el arte como algo residual, y en este sentido, como aquel aspecto de la cultura al que ha darse menos atención cuando las circunstancias de los tiempos se ponen verdaderamente feas. Si el arte cumple con su cometido: el profundo, complejo, a menudo odioso cometido de poner ante nuestros ojos lo que realmente somos – tanto los lados más oscuros como los más maravillosos – el arte siempre resulta relevante, capaz de enfrentarse a los miedos y los aspectos más terribles de unos tiempos difíciles. El ataque a las Torres Gemelas, el acre y húmedo penacho de humo sobrevolando Brooklyn, donde se encuentra la oficina de esta revista, fue una incensurable, obsesiva imagen de algo que está reescribiéndose en todos nosotros. Pero el comienzo de esa historia no databa de ese día. Formaba y sigue formando parte de una historia que ha estado escribiéndose a lo largo de toda la historia humana: la intolerancia, los prejuicios culturales, el rencor y el miedo son por desgracia viejos como el mundo. El 11 de septiembre fue una prueba contundente de cómo estos temas recurrentes siguen obrando sobre nuestro presente.
Dado que esta revista intenta demarcar un territorio abierto y poético capaz de suscitar relaciones sorprendentes, conexiones misteriosas, entre universos y puntos de vista diferentes, creo que sus objetivos son ahora m Dado que esta revista intenta demarcar un territorio abierto y poético capaz de suscitar relaciones sorprendentes, conexiones misteriosas, entre universos y puntos de vista diferentes, creo que sus objetivos son ahora más válidos que nunca. Teniendo esto presente, incluimos un artículo sobre el 11 de septiembre por uno de los colaboradores españoles de Terra Incognita. La reacción internacional frente a lo ocurrido ese día es rica, provocadora y un fértil terreno de debate sobre el futuro que engendra nuestro tumultuoso y a la vez sumamente interesante presente. Esperamos que cada número de Terra Incognita siga aportando argumentos que amplíen el modo de percibir nuestro “ahora” a través de un conjunto de voces diversas y sorprendentes con las cuales viajar por la actual topografía poética y política. Confiamos en que los artistas y escritores que hemos elegido a ambos lados del Atlántico sean unos guías sutiles.
Alexandra van de Kamp - New York
