Últimas noticias de nuestro mundo

Una entrevista con Alejandro Gándara

(english version)


Alejandro Gándara nace en Santander en 1957. Tras trabajar como profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, como investigador para el British Museum de Londres y como responsable del suplemento de libros del diario “El País”, ocupó el cargo de director de la Escuela de Letras de Madrid.

Gándara publica su primera obra, “La media distancia” en 1984. Más tarde escribe “Punto de fuga” y “La sombra del arquero”. En 1992 gana el premio Nadal con “Ciegas esperanzas”. Otras obras suyas son “Falso movimiento”, “El final del cielo” y “Nunca seré como te quiero”.

En 2001 ganó el Premio Herralde con la obra “Últimas noticias de nuestro mundo”, una novela de espías protagonizada por antiguos agentes de Alemania del Este. Un grupo de los antiguos espías es encargado en vísperas del siglo XXI, años después de la caída del muro de Berlín, de organizar un encuentro con los agentes que aún siguen en activo y al servicio de otros países o de grupos internacionales. El grupo responsable, instalado en España durante la reunificación alemana, descubre que la persona enviada por Moscú para coordinar los preparativos y realizar los contactos muere en extrañas circunstancias, lo que desencadena una investigación que tiene como destino Moscú, San Petersburgo, Berlín o Jerusalén.

Esther Bendahan: “Últimas noticias de nuestro mundo” no es sólo un título sugerente. Desde el inicio indica lo efímero de la noticia mientras que “nuestro mundo” determina uno de los mundos posibles. Casi profético. Por un lado el mundo de los espías de la Stasi, pero además ¿qué aspectos de nuestro mundo y cultura son los que indaga en este libro?

Alejandro Gándara: Creo que “nuestro mundo” es más que el mundo de los espías de la Stasi, en relación con la novela. Otra cosa es que sea visto a través de sus ojos, que en realidad son los ojos de los que ya no tienen patria, ni casa ni un lugar propio para el pensamiento. Creo que entre esos espías y los ciudadanos corrientes de Occidente hay diferencias de grado pero no de clase. De lo que se trata aquí es de mirar los cambios en nuestra cultura o en nuestra civilización, que son graves e importantes, desde el prisma adecuado.

Esther Bendahan: ¿Qué transgrede esta novela de espías en la que su discurso prevalece sobre la acción?

Alejandro Gándara: No sé qué quiere decir que el discurso prevalece sobre la acción, dado que el único discurso que tiene la novela es el de la acción de sus personajes y, que yo sepa, no se ha escrito ninguna tesis dentro de ella, ni se ha incluido ninguna homilía. Por otro lado, hablar de trasgresiones me recuerda a la pubertad, que felizmente he dejado atrás en sus manifestaciones mayores y menores. La novela, la creación y la propia vida, para que existan son rehechas de continuo y a menudo contradichas, pero sólo se trata de ver un nuevo rostro en la sucesión de rostros incesantes de la realidad. Yo he tratado de hacer una novela de espías que sale del género de espías tal como lo concibe Graham Greene o Le Carré, pero no me he quedado sólo en ese género, sino que además he hecho novela, he construido lo necesario para poder dar sentido al mundo del que hablaba.

Esther Bendahan: El espía, es quien observa algo o a alguien con disimulo y continuidad con algún interés. Sus personajes, a pesar de sus profesiones, se muestran próximos, inquietantes aunque humanos. Su libro parece una reflexión en torno a la proximidad y distancia del otro. ¿Somos todos de alguna manera espías de los demás? ¿Es hoy nuestra aproximación al otro cercana al interés del espía? ¿Por qué elige en esta ocasión espías como personajes?

Alejandro Gándara: Lo básico del espía es que oculta su vida, y oculta su vida porque oculta su identidad. Muchas veces esta ocultación le permite ocultar otra cosa básica: a saber, que no tiene ni vida ni identidad. Creo que es un modelo humano de comportamiento mucho más cercano de lo que nos atreveríamos a imaginar. El espía, en este sentido, no está lejos ni cerca: forma parte de nosotros mismos, de nuestra posibilidad.

Esther Bendahan: Elige un narrador, varios puntos de vista y una forma dialogada. Diálogos brillantes y metafóricos en los que los personajes sugieren más de lo que dicen. El diálogo se apoya además en la trama del espionaje y se llena de silencio ¿Por qué el diálogo?

Alejandro Gándara: El narrador es un narrador de los denomidados “complejos” u “omniscientes limitados”, que sigue la vida de dos protagonistas en forma paralela. Y en cuanto al diálogo, en cualquier novela ha de hacer eso mismo que usted dice que hace en la mía: tragar silencio, sugerir, apoyarse en el lector y conseguir que ese lector escriba la conclusión e incluso reescriba lo anterior.

Esther Bendahan: “La media distancia” -Premio Prensa Canaria-, “Punto de Fuga”, “La sombra del arquero”, “Ciegas esperanzas” -Premio Nadal-, “Cristales”, algunas narraciones infantiles y “Las primeras palabras de la creación” -Premio Anagrama de ensayo-: ¿Qué aporta esta nueva novela a su trayectoria de creador?

Alejandro Gándara: No tengo la menor idea, pero espero que me aporte optimismo y energía para seguir escribiendo.

Esther Bendahan: Resulta sorprendente cómo en el ensayo “Las primera palabras de la creación”, busca de manera profunda y desde el título el origen, el principio, mientras que en esta novela habla de últimas y noticias. ¿Cuáles son los conceptos y actualizaciones que se mueven en el interior de estas obras? ¿Le parece que de alguna manera, además de sus premios, forman parte de un proyecto común?

Alejandro Gándara: No se me había ocurrido esa relación entre los títulos, aunque no cabe duda de que algo tiene que haber detrás de esas coincidencias alternantes o de ese par de opuestos. Creo que lo fundamental en ambos libros es averiguar cómo construimos el mundo, cómo construimos las imágenes que después nos sirven para movernos por él, para concordar con él o para sencillamente irnos de él.

Esther Bendahan: Usted, desde la escuela de Humanidades, se ha propuesto pensar sobre nuestra actualidad. Dice Benjamín que las cosas tienen “aura” cuando son capaces de levantar la vista y devolverle la mirada a quien las mira. Sin embargo hoy no parecen las cosas las que no pueden devolver la mirada sino que somos nosotros quienes no somos capaces de mirarlas. En un mundo en el que prevalece la noticia, la información (hoy nadie puede decir que “no sabía”), sin embargo, ¿somos hoy más conscientes? ¿Cree que tenemos capacidad de comprensión de nuestro mundo?

Alejandro Gándara: Las noticias no implican necesariamente conocimiento, ni mucho menos trasparencia. El mundo puede volverse opaco a base de noticias o a base de información sin clasificar. La información es un proceso subsidiario del conocimiento, pero no lo implica necesariamente. En este sentido, unas Humanidades diferenciadas, aunque se sustenten en ellas, de las tradicionales y desgraciadamente convencionales. Permitiría, por lo menos, arreglar nuestra cabeza.

Esther Bendahan: Albert Mangel necesita la literatura para entender el mundo, Kundera cree que indaga en la existencia; usted, que durante años ha dirigido a nuevos escritores por el camino del aprendizaje literario, ¿para qué necesita y para qué cree que necesitamos, si es que la necesitamos, la literatura?

Alejandro Gándara: Nada es absolutamente necesario para nada. Y me aterra pensar que la literatura sea necesaria para la sociedad e incluso que sea necesaria para mí. Se trata simplemente de un camino de conocimientos entre otros posibles. A mí me gusta más que los otros, pero eso es todo.

Esther Bendahan: En sus palabras hay siempre un peso, un eco de lo absoluto. ¿Cree usted que hay alguna similitud entre su idea de la literatura y lo que Steiner ha llamado “la búsqueda de una gramática de la creación”?

Alejandro Gándara: Ninguna, por suerte para mí.

Esther Bendahan: Como profesor en la escuela que dirige consigue con su discurso la conquista de otro, es capaz de trasmitir y cuestionar, romper e inquietar, en definitiva, algo casi imposible: hacer pensar. Su interlocutor se aproxima así al autor; sin embargo en sus textos mantiene una tensión con un lector altamente cualificado, un interlocutor demasiado inteligente. ¿Cree que ésa es una de las razones para que sus obras no estén por ahora en las listas de los Cuarenta Principales?

Alejandro Gándara: Sólo me interesa un lector con el que pueda compartir algo o con el que pueda tomarme una copa sin sentir a mi lado una presencia molesta o lejana. Como en la propia vida, lo que queremos tener cerca es alguien que nos estimule o nos haga crecer. No tengo vocación de masas, dado que no me han sido presentadas personalmente.



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